El
objetivo de la inclusión es mejorar el aprendizaje de todos los alumnos de los
centros ordinarios.
Para
lograr la inclusión es esencial que se hagan las consideraciones curriculares
en las escuelas y clases que acogen y valoran a todo el mundo. Debemos
considerar la inclusión de los estudiantes con discapacidad como un derecho
básico, no un privilegio.
VENTAJAS
DE LAS ESCUELAS INCLUSIVAS
La escuela es un entramado
de relaciones sociales que se dan entre todos los que forman parte de la misma.
Relaciones entre los alumnos, entre los profesores, entre los padres y entre
cada uno de ellos con los demás. No siempre es fácil dicha interacción ya que
en la misma intervienen cuestiones de poder, de autoridad, de individualismo,
etc. Se trata de convivir con los demás.
Algunos principios básicos
de escuelas con un enfoque inclusivo son aquellos que: potencian la autonomía de
actuación y de pensamiento siendo tolerantes y buscando acuerdos a través del
diálogo; ante los conflictos no resueltos por esa vía consideran las decisiones
colectivas mayoritarias como la alternativa a seguir; defienden una actitud
activa y creativa como medio para cambiar las estructuras y solucionar las
dificultades; intentan resolver los nuevos problemas y necesidades de la
comunidad escolar; apuestan por el interculturalismo, de manera que cada
miembro a través de la interacción e información, sin prejuicios, adquiera, una
mentalidad abierta y tolerante hacia las distintas culturas y, recursos que le
sirvan para desenvolverse en diferentes modelos culturales.
El
paso a las escuelas inclusivas tiene diversas ventajas en relación con el
mantenimiento de los enfoques tradicionales. Uno de ellas es que todo el mundo
se beneficia de unas escuelas inclusivas preocupadas por el modo de establecer
comunidades que apoyen y atiendan a todos los alumnos y no sólo a determinadas
categorías seleccionadas.
A
veces resulta difícil motivar a los miembros de la comunidad educativa para
reestructurar las escuelas con el objeto de beneficiar a un alumno o una
categoría seleccionada de estudiantes. Pero la realidad es que cuando la
educación es sensible y responde a las diferencias individuales de todos y cada
uno de los miembros de la escuela, todos
los estudiantes se benefician.
Dado
los cambios de la estructura familiar y la movilidad que se observan en unas
sociedades cada vez más complejas, a veces los estudiantes carecen de los
apoyos que les deberían proporcionar unas unidades familiares fuertes e
intocables. La ausencia de los padres de familia, violencia intrafamiliar,
abuso e incluso la emigración y rupturas familiares son cada vez más corrientes
y contribuyen a incrementar el uso de drogas, delincuencia, el suicidio y
comportamiento antisocial. Causando que cada vez más y más estudiantes
necesiten aceptación y un sentido de pertenencia al grupo.
En ese sentido, para
lograr la inclusión educativa, además de contar con escuelas para todos, es
urgente garantizar que lo que se haga dentro de esas escuelas realmente
responda a sus características y a la atención pedagógica a la diversidad
escolar, así como a una tendencia claramente intencionada de proyectarse hacia
el desarrollo mediante habilidades cognoscitivas, estrategias de aprender a
aprender y disposición de nuevas oportunidades de formación continua, según las
demandas a la educación actual y su pertinencia de cara al mundo laboral.
CARACTERÍSTICAS
DE LAS AULAS INCLUSIVAS
La escuela es un
centro de cambio que debe generar una cultura abierta a la colaboración, a
través del desarrollo de las capacidades de sus miembros para crearla, de la
búsqueda de criterios de construcción de los modelos de enseñanza y de la
mejora integral de los procesos de aprendizaje de los alumnos, individualmente
considerados. La atención a la diversidad necesita de un clima global sensible
que permita mejorar la situación de cada uno de los miembros de la comunidad
educativa, basado en el compromiso y las actitudes profundas de tolerancia
hacia el hecho diferencial sin establecer categorías y donde el alumno y el
profesor se sientan miembros de una comunidad donde puedan encontrar apoyo
mutuo.
Estaríamos así
sentando las bases de la escuela de la inclusión, que va más allá de la
consecución de objetivos puramente académicos y en la que se destaca el papel
de la escuela como mediadora y formadora de futuros ciudadanos y miembros
activos de la comunidad. De esta forma, tanto los alumnos como los profesores
deberán verse a sí mismos como agentes activos del cambio, conscientes y
capaces de enfrentarse y desafiar los estereotipos propios de la escuela
homogeneizadora, que constituyen un obstáculo para el desarrollo de una escuela
promotora del cambio social, en el marco de la colaboración y apertura al
entorno, con el propósito de conseguir la mejora de la educación.
Crear
un escuela inclusiva en la que se reconozca, valore y respete a todos los
alumnos supone prestar atención a lo que se enseña y al modo de enseñarlo. No
sólo hay que diseñar las estrategias docentes y determinar el currículo que
responda al conjunto de diferencias de los alumnos, sino que el currículo debe
afrontar las diversas formas en que se difieren los estudiantes.
CELEBRAR LA DIVERSIDAD, CREAR COMUNIDAD
Todos
los miembros de las clases inclusivas tienen un sentido pertenencia al grupo.
Los alumnos no pueden constituir una comunidad ni sentirse cómodos si creen que
deben dejar de lado sus diferencias y las de sus compañeros para poder
pertenecer al grupo. El objetivo no puede ni debe consistir en obviar las diferencias,
en no tener en cuenta la diversidad de la sociedad.
El
mismo niño se da perfectamente cuenta de que tiene compañeros y compañeras de
mayor y menor estatura, que van en silla de ruedas, son de color diferente,
hablan idiomas distintos, celebran otras fiestas o provienen de familias que no
son las tradicionales.
El
hecho de no prestar atención directa a las diferencias, de no reconocer las
muchas formas en que difieren las personas, así como las muchas formas en que
se parecen, transmite a los niños el mensaje de que no se puede ni se debe
hablar sobre las diferencias.
Si
los maestros no se ocupan de la conversación sobre las diferencias, los
diálogos de los niños sobre lo que se distinguen entre ellos se desarrollarán
de forma clandestina, convirtiéndose en temas aparentemente prohibidos y sobre
los que sólo es posible el cuchicheo. El objetivo debe consistir en la
exploración sincera de las diferencias, en la oportunidad de que los alumnos
puedan experimentar y comprender la diversidad presente en una comunidad segura
y acogedora.
PENSAR
INCLUSIVAMENTE EN LA ENSEÑANZA INCLUSIVA
Los
niños difieren en muchas dimensiones y la identidad de cada uno está
configurada por su pertenencia a muchos grupos. Si nos limitamos a describir a
Juan, de 6 años, como un niño “físicamente discapacitado”, pasamos por alto el
hecho de que también es evangélico e hijo único.
Referirnos
a Carmen como a una niña que necesita gran cantidad de materiales
complementarios a causa de su acelerado rendimiento puede enmascarar el hecho
de que su familia sea monoparental y latina.
Igual
que las clasificaciones basadas en una sola dimensión no bastan para determinar
las necesidades educativas, tampoco es suficiente hacer inclusivos ciertos
aspectos del currículo sin prestar atención a la identidad completa del niño ni
a la totalidad de su vida.
Por
ejemplo, la adaptación de los trabajos manuales de Semana Santa para que Juan
pueda hacer adornos con los demás niños no tiene en cuenta las diferencias
religiosas de los niños.
Del
mismo modo, es importante proporcionar a Carmen un libro acorde con su nivel de
lectura, pero, como todos los libros de texto y materiales de lectura que hay
en el aula sólo presentan familias tradicionales, blancas y de clase media, no
se tiene en cuenta la realidad de una niña afroecuatoriana que vive con su madre en
una casa de adobe.
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